Contra guerra
Durante mi infancia, uno de los mayores impactos psicológicos fue descubrir y tener consciencia de la existencia de la guerra.
Este fenómeno se me aparecía como la mayor de las tragedias del Hombre a través de todos los tiempos y crecí con un gran compromiso personal consistente en intentar erradicarla en defensa de la práctica de los verdaderos derechos y libertades de todos los hombres.
Tras varios antecedentes, plenamente decidido, mi pintura sería el perfecto instrumento social-cultural-político para propagar la paz, aunque ésta la considerara utópica.
Partiendo principalmente del Action painting y secundariamente del Espacialismo, burlé el dripping de Pollock y el piquage de Fontana e introduje las técnicas mixtas así como materiales extra-pictóricos.
Bombardeos, marinas caóticas, hongos atómicos, calaveras y fantasmas, restos de ciudades y cortinas urbanas que se transforman en decadentes telones de un escenario atroz, derrames, coágulos y óxido de sangre, destrucción… gran parte de ello bajo el telúrico slogan NO GUERRA o NO WAR que, a un tiempo que satirizaba el mundo publicitario, reforzaba, junto con la adaptación técnica, la denuncia.
Así entramos en el apartado de mayor crudeza, terror y violencia, donde la pintura se convierte en un brutal y escalofriante drama.
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